Los jueves de 2011 en la casa-museo La Chascona (Fernando Márquez de la Plata 192, Bellavista, Santiago).

feed rss

redes sociales

AM en Facebook
AM en Flickr
Am en PODCASTER
AM en Vimeo

miércoles, 24 de enero de 2007

Presentación Ricardo Espinaza

Tráfico de hablas, o sea.
Presentación de Yanko González en AM
Ricardo Espinaza


Leo la obra poética de Yanko González (Santiago, 1971) comprendida en los libros Metales Pesados (1998) y Alto Volta (2007) como una producción singular respecto de múltiples experiencias de habla a modo de mecanismos de intervención y reflexión sobre la escritura, la poética y el devenir de la literatura. En efecto, el autor ha declarado creer precisamente “que la poesía habita en aquellos lugares donde se hablan otras lenguas y el papel del poeta es intervenirlas provocando la alteración y la emergencia de otras, como múltiples dialectos en evocación perpetua”. Así entonces, a partir de tales declaraciones, debemos entender el ejercicio de la escritura como un acontecimiento de intercambio, circulación y tráfico de los signos lingüísticos en orden diverso, relativo y variable. Más aún, toda escritura es un desplazamiento; un transporte que va más allá del mero ejercicio retórico de la metáfora y sus afluentes figuras; un ir y venir de un sitio desconocido a otro sin conocer; un recorrido del lenguaje que no tiene comienzo ni fin. Ni centro, ni extremo, ni margen porque los puntos cardinales no existen en la literatura, quizás se forman en la escritura, tal vez se vislumbran en la lectura, pero difícilmente existen en la poesía. Tan sólo relación y relación en constante movimiento pues aquella es su forma de ser y no ser en el mundo a la vez. De modo que una de las cualidades de la lectura y más precisamente de la investigación en los estudios literarios consiste en indagar por las múltiples relaciones que mantiene el discurso literario con el pensamiento para así configurar un tipo singular de poética, en tanto manifestación por un pensamiento posible. Así entonces, debemos entender la poética ya no como la colección de reglas relativas a la “construcción poética” ni como la descripción de las virtudes retóricas de determinados tipos y ejemplos de discursos sino como todo aquello que se relaciona con la creación misma de la obra de lenguaje en tanto texto, en donde el lenguaje es al mismo tiempo la estructura y el medio, el continente y el contenido. Es decir, tipos de textos específicos que comportan su autosuficiencia en virtud a su modo de relación con estructuras o saberes diversos e inestables. Por lo mismo, la posibilidad de configuración de la poética específica de una obra literaria es también su posibilidad de figuración, es decir: de proposición. Así entonces, debemos también entender la poética como aquella capacidad para producir un discurso lingüístico del tipo creativo pero a la vez investigativo, crítico y con singular capacidad de relación. Singular pues a juicio de Willy Thayer, en un reciente libro titulado Tecnologías de la crítica, la noción de singularidad “no es ni menos ni más que la intriga relacional de sus materias, siendo su forma indeciblemente su contenido, y viceversa, coincidiendo con su cosa que siempre es otra cosa… un devenir sin eslabones que sarpulle, erosiona, vacila, hace pliegues” (Thayer, 2010:29). Pliegues de habla y de relación, como los que se observan en los poemas: “es que”, “para qué”, “ya, ya”, de AV entre otros. Por su parte, Nicolás Bourriaud ha señalado en Estética relacional, que las obras de arte ya no tienen como meta la creación de realidades imaginarias o utópicas, sino la constitución de modos de existencia o modelos de acción dentro de lo real ya existente. Así, según Bourriaud el arte relacional es aquel que toma como horizonte teórico la esfera de la interacciones y su contexto social por sobre la afirmación de un espacio simbólico autónomo y privado, para dar cuenta de un “cambio radical” de los objetivos estéticos, culturales, políticos y económicos puestos en juego por el arte (cfr. Bourriaud, 2008:13). En efecto, la escritura de Yanko González, escritura del juego a la vez: “Yo jugaba a lo que en Alto Volta se jugaba / Ejemplo / La silla se llama lavabo la puerta sardina / La mesa vajilla y los zapatos cadira / Entonces los niños gritaban / Amarillo / Ábrenos la sardina.” establece diversos tipos de interacciones e intervenciones respecto de la palabra y desde los registro de habla del sujeto poético en/con su contexto social-cultural inmediato. Asunto que me lleva a reflexionar ya no sobre para una especie de “poética del habla”, sino más bien hacia lo que he llamado en el título de este texto como: “tráfico de hablas” para poner en relación algunas ideas que desde hace algún tiempo, vengo proponiendo con la concepción de “sujeto poético traficante”, en tanto actualización de la noción de flaneur desarrollada por Walter Benjamin para explicar las relaciones que mantiene la poesía con la actualidad. Pues, si Benjamin se refiere a la figura del poeta y la práctica de la escritura en tanto callejeo por el laberinto de las mercancías en el interior de la multitud urbana a modo de deambular contemplativo y anestesiado por entre la multitud de la ciudad atractivamente capitalista; deambular de aquel que mira las mercancías con sus ojos ausentes y extraviados hasta la desaparición del yo en la soledad extrema: “el flaneur es un abandonado en la multitud y es así como comparte la situación de las mercancías” (Benjamin, 1998:71), la propuesta del traficante radica en un desplazamiento del sentido de la visión hacia la audición como manifestación de un deambular sonoro, de tal modo que se produce un agenciamiento a todos los sonidos y usos posibles del idioma y del tráfico urbano en sí, pero también siendo el grado estético y bursátil de los flujos del decir por dónde ya no desaparece la conciencia del yo poético sino que se amplifica y trafica hacia una “cuarta persona del singular” (Deleuze); pero además, por tratarse de signos pronunciados que poseen diversos valores, en el sobrentendido derrideano de que todo alfabeto es comercial y concebido dentro del momento monetario de la racionalidad económica, por lo cual las palabras son también una mercancía que emula al dinero, pero que al tratarse de la literatura se erosiona la economía estable del decir (cfr. Derrida, 2005:378). Como es el caso de los poemas “De repente andamos con cosas de metal así”, “Ve”, “Me quedé moviendo el anillo para allá” de MP; o de textos como: “prácticamente”, “una de allá”, “otro de aquí” o “estos de acá” de AV en donde se deja que el hablar de y sobre otro asuma el decir del poema; o como en el caso de “s” en donde se lee: “imita a la cajera hablando con la cajera”; para finalmente concluir en “Mossi, entiende” que “el lenguaje viene que es un virus del que calla”. Es decir: del que no habla. He ahí también un posible devenir de la literatura, o sea.


Santiago, diciembre de 2010.



Referencias bibliográficas:

BENJAMIN, Walter (1998) Poesía y capitalismo, Madrid: Taurus.
BOURRIAUD, Nicolas (2008) Estética relacional, Buenos Aires: Adriana Hidalgo.
DELEUZE, Gilles (1994) “¿Quién viene después del sujeto?” En: Revista zona erógena, Nº18.
DERRIDA, Jacques (2005) De la gramatología México: Siglo XXI
GONZÁLEZ, Yanko (1998) Metales Pesados, Valdivia: El Kultrun.
GONZÁLEZ, Yanko (2007) Alto Volta Valdivia: El Kultrun.
THAYER, Willy (2010) Tecnologías de la crítica, Santiago: Metales pesados.

No hay comentarios: