David Villagrán (Santiago, Chile, 1984): Fue editor y director de la revista de poesía Estrago. Sus poemas han sido publicados en diversas ediciones chilenas e internacionales como Cyberhumanitatis, Estafeta del Viento (España) y Plagio. Participó del taller de poesía Códices, dirigido por el poeta y académico Andrés Morales el año 2004 y fue becario de al fundación Pablo Neruda durante el año 2008. Participo en el Primer Congreso de Poesía Chilena del Siglo XX, organizado por la Universidad de Chile como investigador y como poeta. Durante el año 2007 obtuvo la beca de Creación del Fondo del Libro y la Lectura con el libro de poesía Solsticios. Es licenciado en lengua y literatura hispánica y Magíster© por la Universidad de Chile.
(Poemas inéditos de: Solsticios.)
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Prodigio de nave circularque circunda y al par circunnavega
Incapaz de cavar en las olas
El pecho cóncavo sin motivo, late
Hurga el espacio como agua caída
Recurre a los esquemas de la mano
¡Madera! Madera que el círculo ama
La nave de sal donde la lluvia confía
Sin perfume el aire la levanta
Sin encontrar la noche, la domina
Y avanza, con sus sueños en espadas
El ritmo de los remos, el oído del oleaje
Canta, sin guardar secreto
De cuando trazó la espuma, la luna llena
Mares superiores carentes de memoria
Fuimos marinos antes de llegar el mundo
Años dando con estos años caza
Construyendo cada uno de los puertos
Pequeñas ascuas
Pequeñas ascuas para la niebla
Antes el cielo fue extensión cuadrada
Alrai, Polaris, Boötes, pura piedra.
Sin mayor condena que tocar la tierra
Hubo muerte donde vida no habría
Agua, en lugar de las palabras.
Lejos de todo, tomamos posesión de la nave
Sí este sol es la idea del guía.
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Aunque las lanzas arreciaron en torno en tormentas
de hierro, su vano juego fue inocente de heridas.
A la vista las redes descansan
Lo que oculta esperó la semilla
Un montón de huesos eludiendo la jornada
Y muros
Atestando con despojos la móvil hacienda
Que el canto pagó con sopor y fue sueño
Cambio seguro, hocico en moneda extranjera.
Rápidos perros arrastran el carro dorado.
Si calzan las horas el estómago de un cuervo
Que otro sueño
Otro sueño agencie a las aguas ventura
O de puerto a ribera se levante aurora negra
Porque hay la noche castigada por el fuego
E incapaz discierne en bandos a la muerte
Humo donde lucha la amistad
Tierras. Mares. Piras de cielos
Uncidos al yugo de los días
Pon tu corazón en la balanza
Que nadie mida el púrpura de la siembra
Una estación entre estaciones cava
El surco que otro surco canta
Hambre nueva, ceniza entre los dedos
Siembra y siega útil como tumba
Cuando el jardín es un olor que sobrecoge
Y viste monte claro, día tibio.