Los jueves de 2011 en la casa-museo La Chascona (Fernando Márquez de la Plata 192, Bellavista, Santiago).

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miércoles, 8 de abril de 2009

Manuel Illanes (Santiago de Chile, 1979)

Manuel Illanes (Santiago de Chile, 1979): licenciado en Lengua y Literatura Hispánica de la Universidad de Chile. Fue editor de la revista Pájaro Verde. Sus poemas han sido publicados en diversas revistas electrónicas como Cyberhumanitatis, Plagio, 60 Watts y Sol Negro (de Perú). Ha participado en el Primer Congreso de Poesía Chilena del Siglo XX organizado por la Universidad de Chile en 2006 y en el Encuentro Nacional de Poesía Riesgo País 2008 organizado por la Universidad Austral. Se apronta a publicar su primer libro, Tarot de la carretera por Editorial Fuga.


EL ARTE ZEN DE CAPTURAR UN POEMA

La pupila es un azar, una brújula
que dicta sus puntos cardinales
a los hijos de la Calavera.

La pupila es un azar, una marea
que se concreta en imágenes
como polaroids desechadas por el tiempo.

Imágenes, sustancias asiáticas,
fragantes, malolientes, a veces
pavorosas

que acechamos con la torpe
paciencia de un pilpilén
rastreando crustáceos
en una playa tapizada de basuras.

Nuestro tránsito hacia ellas
es húmeda escalera que conduce
a una oscuridad matriarcal,
salón de espejos que confunde
e hipnotiza con el tremolar
de sus siluetas:

recuerda si no el despiojamiento
de los niños en las tardes de verano,
toda la mecánica social
resumida en el brillo
de las liendres y los parásitos
muertos.

Cuenta si no los denarios
que reunimos para la cena diaria.

Escucha si no la guitarra
que se afina con sonido ascético,
casi como un acto de meditación,
de pureza desdentada.

Considera si no el hambre.

Las peluquerías.

Los berreos de Marco Valerio Marcial.

El agua helada cuando el gas se acaba.

El jugueteo de los gatos
bajo las palmeras del cité.

Los azogados de la gran ciudad
de Santiago del Nuevo Extremo.

Las palomas en el aire matutino
formando una bandera desgarrada.

La pátina de spray & excremento
sobre los monumentos de nuestros héroes.

El café caliente y las manos
azuladas por el frío.

Las agujas melladas
que hacen crujir la piel.

La sangre destilada, tierno cordero,
con que se prepara el ñachi.

El camafeo engañosamente
transparente, ámbar trizado
de nuestras auroras.

Imágenes, materias descentradas,
pavesas que removemos
para reanimar el fuego primero:
es un pez, es un pez el poema
que desciende huidizo por el arroyo del tiempo.