Javier Campos (Santiago, Chile, 1947). Ha publicado cinco libros de poesía, una novela (“Los saltimbanquis“, 1999) y un libro de cuentos (“La mujer que se parecía a Sharon Stone“, 2004). Obtuvo el primer premio “Letras de Oro” en 1990 para escritores hispanoamericanos residentes en Estados Unidos. El año 1998 fue finalista en premio Casa de las Américas, Cuba con su libro “El astronauta en llamas“. En diciembre de 2002 gana el “Premio Internacional de poesía, categoría poema largo” (con "Los gatos") en el “Premio Internacional "Juan Rulfo" de Radio Francia Internacional. Obtiene Mención Honrosa en 2004 en el “Premio Municipal de Literatura” de Santiago de Chile por el mejor libro de cuentos publicado ese año. En 2005 gana a nivel nacional el Tercer premio con un libro inédito de poesía en español en el Concurso “Chicano/Latino Writers“, EE.UU. Ha sido publicado en varias antologías. Ha participado en la mayoría de los Festivales Internacionales de Poesía de Centroamérica (Nicaragua, El Salvador, Costa Rica, Guatemala). Invitado a lecturas de poesía en América Latina, El Caribe, Europa y EE.UU. Es columnista regular del periódico chileno en Internet www.elmostrador.cl. En 2008 el VII Festival de Poesía de Costa Rica le publicó la primera edición de su quinto libro “El poeta en llamas“. Actualmente es profesor de literatura latinoamericana en la Universidad jesuita de Fairfield, en Connecticut, Estados Unidos. Traductor al español de reciente poesía del poeta ruso Yevgeny Yevtushenko.
El poeta olvidado
Escribo tu nombre en esta biblioteca virtual de Alejandríay hay miles;
tu primer nombre es de millones,
tu nombre y apellido juntos también es de miles;
y cuando escribo "poeta" ante tu nombre
y tu apellido
la máquina entre billones de nombres
no encuentra el tuyo en ninguna parte
ni siquiera sabe que fuiste un poeta de un pueblo
de mi país
que escribiste dos libros que nadie te publicó,
o quizás era sólo uno, o probablemente ninguno,
que leías tus poemas en lugares que sólo interesaban a los poetas
o cuando hace siglos los poetas eran queridos por las muchedumbres;
pero de eso ya ha pasado mucho tiempo
nada dicen de ti en esta biblioteca cibernética
aún cuando tu nombre y tu apellido aparece miles de veces;
tampoco hay referencia alguna que mencione que fuiste un poeta maldito
o quizás eso fue una leyenda y eras realmente un poeta romántico
ni tampoco hay información de que tenías un único abrigo gastado
y eras pálido (o pálida) como la luna
menos que alguna vez fuiste un guerrillero o guerrillera
y te metiste por meses o años en un selva
de eso sí que nadie se acuerda en aquel pueblo
del sur de planeta
o quizás aquello fue también una leyenda que a nadie importa
ni siquiera hay una foto de ti
ni aquella al lado de un poeta famoso quien decían era tu amigo
y cuyo nombre ya nadie tampoco recuerda
hermosa o bello te encontraban las muchachas
y los muchachos adolescentes suspiraban por ti,
y eso parece que era verdad
querido poeta olvidado
quizás aún deambulas por el pueblo aquel, envejecido, o anciana,
con tu gastado abrigo desteñido, solapas alzadas,
pelo encanecido, y tu bella sonrisa destruida,
con alguna cicatriz de una bala que recibiste
cuando vivías en una selva, en una montaña,
cuando te enamoraste de una boina con una estrella
ni siquiera la post modernidad (ni menos la modernidad)
se acordó de ti;
quién sabe si en un par de segundos ahora aparezca tu nombre y apellido
y quedes para siempre en esta biblioteca cibernética
a lo mejor alguna muchacha (o algún muchacho) del futuro
encuentre tu nombre
y sepa que fuiste una poeta pobre y olvidada,
o quizás a esa muchacha del futuro (o a ese muchacho)
ya no le interesen ni los poetas viejos
tampoco los poetas muertos, ni menos los poetas jóvenes,
o quizás sí
porque hay que tener fe en el futuro
y aún dentro de este paisaje virtual y cibernético
que rodea al Universo
tendrá que haber en alguna parte del planeta
una muchacha (o un muchacho)
que volverá a repetir la historia del poeta olvidado.