Los jueves de 2011 en la casa-museo La Chascona (Fernando Márquez de la Plata 192, Bellavista, Santiago).

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miércoles, 8 de abril de 2009

Rodrigo Olavarría (Puerto Montt, Chile, 1979)

Rodrigo Olavarría (Puerto Montt, Chile, 1979): Fue becario de la Fundación Pablo Neruda durante el año 2001. El 2003 recibió una beca del fondo del libro y la lectura. Ha publicado en numerosas antologías y revistas de circulación nacional e internacional. Fue coorganizador de los encuentros latinoamericanos de poesía Poquita Fe realizados los años 2004 y 2006. Ha realizado traducciones de la obra de Sylvia Plath, Janet Frame, Siegfried Sassoon, Charles Wright y Ezra Pound, entre otros. De ellas destaca la traducción de Aullido (Anagrama, 2006) y Madrid 1993 de Allen Ginsberg (Círculo de Bellas Artes, 2008). Actualmente se desempeña como profesor y prepara la publicación de los libros La Noche Migratoria y Alameda tras las rejas.


EN EL PALACIO

Estaba en la línea de fuego, cercano a las trincheras,
mientras bombardeaban a nuestros muchachos
y los políticos declaraban la guerra a tres países más,
me propuse escribir poemas de amor,
parodias de los folletos de la iglesia católica
Quería hacer como los poetas,
escribir algo que pudiera hacer pasar por poesía,
textos amorosos escritos a la manera de los panfletos mormones
cuyos títulos suelen ser preguntas del tipo:
"¿Cómo era mi vida antes de conocer al señor?”.

Estaba sentado junto al cadáver de un amigo,
un soldado boliviano que me había prestado fuego,
cuando vi aparecer en el cielo un avión,
un biplano desde el cual caían papeles que decían:
“Para que todos sean uno; como tú, oh Señor,
en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros.
Yo en ellos, y tú en mí...”.


ALAMEDA TRAS LAS REJAS

En las mañanas ciertos recuerdos me visitan,
estaciones en que estoy situado mediante drogas
que lento alivianan los golpes en las sienes
y en el corazón también trabajan, pero lento.
Con las extremidades cubiertas de ceniza
vas por la alameda y miras las veredas rotas
miedoso del agua que reniega de si en la boca.
Me limpio de pesadillas con la dosis dentro,
he dicho: muertas las colecciones de brazos,
el amor es el exilio con esporádicas postales del país.
No tengo ya la convicción de esta huida.

Ay dolor que siento entre los ojos,
no siento ese dolor ahora.


DESCUENTOS

Una vez dije: “Tengo dos vidas para curarme de esta”.
Antes tuve una vida para ver el monte Fuji
desde todos los ángulos posibles, incluso desde el mar.
Tuve una vida para escribir la vida de un príncipe
que terminó viviendo la vida de un monstruo.
Tuve una vida para sentarme en una playa
y escribir el poema que las olas me dictaban
al frotar sus lomos y abandonarse sobre la arena.
Tuve una vida para discutir con profetas y los arcángeles.
Tuve una vida para despedirme de Stevenson
aunque fuera ante su tumba.
Tuve una vida para ser condenado a muerte,
huir, vivir como cortesano y desaparecer.
Tuve una vida para pensar en las ancas de los caballos
con más amor que cualquier jinete.
Quedan dos vidas para curarme.