Los jueves de 2011 en la casa-museo La Chascona (Fernando Márquez de la Plata 192, Bellavista, Santiago).

feed rss

redes sociales

AM en Facebook
AM en Flickr
Am en PODCASTER
AM en Vimeo

miércoles, 8 de abril de 2009

Javier Bello (Concepción, Chile, 1972)


Javier Bello (Concepción, Chile, 1972): ha recibido la Beca para la Creación Poética Joven de la Fundación "Pablo Neruda" en 1992; el Primer Premio de Poesía en los "Juegos Florales Gabriela Mistral" de la I. Municipalidad de Santiago, en 1994, por el poemario La rosa del mundo; un accésit al VIII Premio "Jaime Gil de Biedma", Diputación de Segovia, por el poemario Las jaulas, en 1998; el Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez, 2006, por letrero de albergue; y el Premio Pablo Neruda 2007. Ha publicado los siguientes poemarios: letrero de albergue (Huelva: Diputación provincial de Huelva, Colección de Poesía Juan Ramón Jiménez, 2006; prólogo de Diana Bellessi, 2ª ed., Santiago: Editorial Norma, 2007); El fulgor del vacío (edición corregida y aumentada de La rosa del mundo y Las jaulas, más el poemario inédito Los pobladores del entresueño), Santiago, Editorial Cuarto Propio, 2002; Las jaulas (Madrid: Visor, 1998); La rosa del mundo (Santiago: Lom, 1996); La huella del olvido (Concepción: Letra Nueva, 1989); y La noche venenosa (Concepción: Letra Nueva, Cuadernos de Movilización Literaria Nr.31, 1987). Además, ha editado, entre otros, los siguientes libros: Winnét de Rokha, El valle pierde su atmósfera. Edición crítica de la obra poética. Prólogo, recopilación y notas de Javier Bello. (Santiago: Cuarto Propio, 2008, 637 p.); Diana Bellessi, Persecución del sueño. Antología poética. Selección de Eliana Ortega y Javier Bello. (Santiago: Lom, Cuadernos del Ciudadano, 2006); Enrique Gómez-Correa, Lo desconocido liberado. Antología poética 1935-1995. Selección y prólogo de Javier Bello. Madrid: Huerga y Fierro, Colección Signos, 2005; y A.A.V.V., Desencanto personal. Reescritura de Canto General de Pablo Neruda. Selección de Javier Bello. Prólogos de Soledad Fariña y Raúl Zurita. Santiago: Cuarto Propio/Balmaceda1215, 2004. Es profesor del Departamento de Literatura de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile. Actualmente trabaja en su tesis de doctorado sobre Poesía chilena actual (1990-2005) con la Prof. Dra. Ángeles Mateo del Pino, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.


(De Las Jaulas)


II


La forma en que está vacía la noche
la forma en que se desfonda su rostro cuando acude la oquedad a los rincones
el modo en que los rostros de plata se desfondan si asisten a esa misma oquedad y en ella sólo temen
(los rostros de los amigos se desfondan, los otros permanecen inmóviles, veloces pasajeros que detienen la nada)
y el cuerpo que la visita sonando la ocarina, promulgando la débil vibración de la vida con su paso de danza
es al mismo tiempo un cuchillo que abre el dorso de su mano y la deja sangrar
es al mismo tiempo una garza que no bebe pero la deja sangrar hasta que se queda dormida el vino de la fosforación
el vino del que somos olvidados mientras los rostros beben y beben de la herida escuchamos el canto de las mujeres negras
el canto de las viejas mujeres con hocico de cerdo que nos llaman al sueño y nos devoran
y entonces, entonces descubrimos que esas grandes señales son producto de la radiación.

La forma en que se encuentra la noche
la forma en que la abandona la persona y el perro, animal de la persona
y el hombre que es mordido por los canes en los grandes rosales prohibidos.
Brilla, brilla la imagen destrozada donde descansan los yesos
la forma en que se queda la noche, vacía en la percusión de lo ajeno.
No importa lo que tú ves al fondo, sólo interesan los rostros confinados en el rincón
(recuerda, la noche está vacía)
allí tú mueves la mano y alguien te contesta si es que los fantasmas conocen el vestigio de la luz y en la llama se han puesto los vestidos y aparecen, con harina o fermento de maíz en las manos, con restos de azufre en los pies.

No importa lo que tú ves al fondo sino que la noche se vacía en las esquinas devoradas
cuando se habla de la verdad en los cuartos y los niños y los conejos se conocen
ellos reciben pájaros en el corazón y ramas de ciruelo, ellos reciben pájaros y cestos con membrillos para perfumar las alacenas
hasta que todo es para ellos producto de la radiación.
Yo no sé lo que ocurre pero quiero decir lo que veo
estamos ahora en un lugar donde los invitados encuentran su propio error y no huyen y eligen un enigma y no un arma
y disparan entonces y la alcoba se llena de pistoletazos perdidos
y la noche, después de la visión del vacío, es igual al terror de los gritos que perforan el tiempo y dejan escapar todo el viento de las grandes montañas
y el mundo es del color de un agujero parecido a la noche
y la noche se vacía allí donde los peregrinos dejan de mirar los revólveres.

Yo no sé lo que ocurre pero cada mueble de la habitación se parece a la muerte
la muerte se parece a la silla y la mesa a la muerte y la vitrina y la silla se parecen entre sí y hasta el patio acude solitario a su color predilecto
que es el lento color de la muerte, ese color donde todo está sentado, ese color sentado a donde llaman los jueces
y entonces entro y descubro que hablo de mi casa y mi casa se parece a la muerte
y todo allí es producto de la radiación.

Las cosas no deberían existir si lo pensamos
alguien que escribe no tendría por qué existir si lo pensamos
ni ese cuarto en que escribe ni el silbo con que conversa ni las cosas que dicen sus palabras tampoco tendrían que existir si lo pensamos
pero he aquí que éstas viven y que éste vive y que éstas ya no huyen
no huyen de la vida a la muerte
no huyen de la vida a la muerte como las personas que sienten zumbar en su oído la hélice de la piedad y miran y no ven más que el hueco que dejan sus cuerpos al salir de las mantas.

Las cosas no deberían existir
pero están puestas donde las vemos para espantar el fulgor del vacío
porque alguien escribe en una habitación y sus palabras son caballos, son heridas, son caballos que lloran y se parecen a Cristo
y ese rostro es el rostro desfondado donde aúllan los signos
y ese rostro es producto de la radiación.


a la memoria de Ángel Escobar


(Poemas Inéditos)

***

El objeto más hermoso es ese seno izquierdo de la hermana de Shakespeare
traspasado por la bala del orfanatorio,
ese seno entreabierto por el cable dentado de los incorruptos,
por la huella siniestra de los vínculos, acueductos que ceden, que invaden,
por esa bala que tiñen, sonrisa de la muerte y las preguntas,
cerrojo de los orfanatorios que ladran ante ese seno enfermo,
una mano trenzada que no deja de trenzarse en la nada,
después de la muerte la nueva medida de los dedos,
el instrumento espera la mitad del sueño que nadie elabora,
abejas inamovibles a la orilla de un mar que no alcanza,
grave invernadero, piedras podridas donde decanta la cabellera del fondo.
Miro las poblaciones quemadas por el vuelo de los primeros descalzos,
los últimos gritos marinos que nadie defiende, la mitad sin hablar,
el objeto más hermoso es ese hemisferio que pierde su llave,
el niño y el engendro pintan una escena en los vidrios sagrados,
gira el vértigo por los caminos, resopla el fantasma del cuerpo,
el cuerpo ulcerado del gran orificio magnético.
Yo he visto mi cuerpo, mitad sin mitad, su reino no es de este mundo,
su sexo no es de este mundo, la hermana del huevo no es de este mundo.

para Eliana Ortega.


MAX JACOB 1944


Fueron lavados los ojos en sus cartapacios
selladas las imágenes santas la última vez
Con las uñas arrancaron los dedos de los amanecidos
maniatadas las cruces en el pulcro cerebro de Dios
Por ti mean los perros sobre la nevazón
el mapa interroga a la aldea sin pie
la Torre Nueva de la que se desprenden cirios
cornamusas y el pecho encanecido
el aljamiado a punto de trenzar las cofradías
guirnaldas, espejos, peces lanceolados
cuidan a las madres que esperan tras las guerras
que a los pies de las guerras se besan llorosas
Vinieron a llevarse a los niños acérrimos
te encontraron fijo en una luz errónea
la que guía al Cordero de regreso a su casa
y peina para siempre a las hijas de María Magdalena.