
jueves, 9 de abril de 2009
Rodrigo Arroyo (Curicó, Chile, 1981)

miércoles, 8 de abril de 2009
Juan Santander Leal (Copiapó, Chile, 1984)
Pueblo contemplado con las líneas de la cara
casas que no saben donde entierran a sus hijos
duna donde observas en la tarde a los que huyen
otros que preparan la corbata y los cuadernos
tiempo malgastado bajo el sol de la mañana
cápsulas que esperan en un borde de la mesa.
Como en un mal sueño te vi en un escritorio
bajo un mural con tus dibujos, entre frascos
e imágenes de santos y pañuelos de colores.
La luz celeste y rosa y materiales en la mesa
cuchillos, papel, pegamento, y unos lápices;
estabas trabajando, haciéndome una máscara.
El olor del agua va entrando en la madera
pasan botes y mujeres y te fijas
que el calor destiñe el logo de unas bolsas.
El sol es una cebolla
y piensas que también es un limón;
su jugo cae sobre algas comestibles.
Te gusta creer que los paisajes
esperan tu llegada como un primo
al que nunca has visitado.
Él arregla su casa para que veas bien
todo lo que siempre has querido ver
cuando llegas a un lugar que no conoces.
Paula Bustos Barón (Santiago, Chile)
Esto es verdad
Esto es verdad señores
La salvación del pueblo de Chile será televideada
Fuimos tan fértiles en la fiesta
Fuimos tan fértiles en la fiesta que estamos llenos de cabros chicos patrios
Prócer,les dicen
Proceres nacidos en el pesebre más pobre
Una cordillera ha gestado un país en ayuno
Esto es verdad
Esto es verdad señores
Nada de quejumbres performáticas,
Nosotras las huachas dijeron.
Nos dijeron las locas reinas sí.
Nos dijeron las popetisas sí.
Y después.
Después las…
nosotras las…
abiertas del alma, sí
Con las rodillas al pecho sí
Fuimos tan fértiles en la fiesta.
Nos dijeron háganse las patrias
Nos dijeron nacer
Nos dijeron las escuelas del pueblo a construir
Algunos forjaron de huesos
la espalda del pueblo
Otros, de metal y madera moldearon
Corazones de prócer
¡Inventar fechas ilustres!
La fiesta nacional fue televideada
Poblamos una mesa larga para la hora del té
Todos estaban invitados
La huachas éramos la patria fértil y caliente
El prócer era
El ilegítimo virtuoso.
Esto es verdad.
Puros críos muertos nacieron después de la fiesta
Inventen un castellano de chile, nos dijeron
Inventen una mancha noble
Y una vez más
Las huachas fuimos la eterna novia prosaica
Puros críos muertos nacieron después de la fiesta señores
Y estuvimos errantes y perdidas
Hermosas y hediondas de viejas
Nos vestimos de gala para el televideo
Diosísimo vendría por nosotras
Antes de ser escrita, la mancha
la orgía debía ser precedida por todas las renuncias a la belleza,
la mancha
daría a luz un país en el set
Todas las costuras en el castellano de Chile, la mancha
es la sombra de los próceres que se afirman del mástil, bebiendo de la materna, sí
en cada circuncisión
llora el prócer, llora sí
y se inunda
la mancha
soslayando
la escenografía de la historia/la mancha
Este es el cauce peligroso de bordear una verdad.
No mata más que a una huacha el asesino de la carne
El prócer llora y grita y tiene hambre
la mancha, néctar
asesina de bienes y deudas.
La mancha académica en un cuadro
serían todos nuestros héroes costurados en arpilla
y cuerpo de peluche pehuenche
Toda la imagen en la cacería
de las huachas de chile.
La verdad de la mancha
es que dejamos a los escribas
escribirse solos y acomplejados.
Esto es verdad señores,
La modernidad ha llegado
Esto es verdad
Bienvenidos
A las huachas
Poesía televideada
Paula Ilabaca Nuñez (Santiago, Chile, 1979)

............................“She makes me wanna die”
............................Tricky.
bésalo por mí mamá
cuando se duerma
para que no tenga más pesadillas no
para que tenga un poco más de
compasión
bésalo en la boca mamá
cuando se duerma para que le saques mi corazón
de entre sus dientes
para que se lo saques
y todo quede sellado mamá
lucía di y que todo quede sellado
en la forma mamá
en esa manera que tiene de morder
incluso mientras duerme
***
por ejemplo al momento de la partida
por ejemplo al momento de querer proteger
me por ejemplo cuando escucho su respiración
bésalo por mí mamá mientras yo escucho
que hay una turba esperando por su contorno mamá
una turba
que no deja de chillar qué es un ángel? qué es un ángel marrón?
***
al momento de ceder mamá al
momento de apretar
cuando bate las alas escupe
y me llena la cara de barro
cuando bate las alas y no puedo respirar
o como cuando se queda
en un rincón de la ciudad
y hostiga
por ejemplo mamá esa es su nueva forma de
joder
lucía dice se queda en un rincón
con los ojos cerrados y dice mientras duermes
y dice se supone que esta noche no debes
dormir
mi niña mi
pedacito carmesí
se supone que esta noche no debes
siquiera pensar en poder dormir
porque mientras yo pateo y jodo en el barro
la ciudad no
la ciudad no descansa no
la ciudad solo debe padecer
lucía di
la ciudad solo debe padecer
Leonardo Sanhueza (Santiago, Chile, 1974)

........................La realidad, sí, la realidad:
........................un sello de clausura sobre todas las puertas del deseo
..............................................–Olga Orozco.
Como en el filamento quemado de las ampolletas,
si me miras a los ojos verás en ellos un leve temblor,
una pequeña esquirla seca, tibia aún a pesar de los años.
Mira con atención, ésa es mi vida. Lo mismo ocurre
en los tuyos, pero el espejo no puede reflejar la mordedura.
¿Mordedura? Sí, a veces mordedura. Pero también
aquello que es apenas un presentimiento: «una montaña
¿no es cierto? ¿no es cierto que había aquí una montaña?».
Un pájaro, por ejemplo, que no has visto sino en sueños.
Un pájaro sin forma ni canto ni más presencia que la rama
de ciruelo en que sabes se ha de posar. Y a pesar de todo,
lo extrañas en tu corazón, como si hubiera muerto o migrado
a tierras lejanas. De él conservas ciertas inquietudes, demasiadas
tal vez. Quisieras saber qué colores posee, cuál es su tamaño,
si sus trinos te son o no agradables. Pero ¿cuándo se transforma
en vuelo la imaginación de la ceniza? Puedes poner tus ojos
en sal, aun así crecería la larva de tu deseo.
............................................................En tu mano
hay siempre otra mano que te acaricia, invisible. Intenta atraparla
y sentirás que un aire frío te recorre la espalda. Pero no se ha ido,
merodea tu casa y entra con el sol de la mañana. Así va y viene,
día tras día, porque todo lo que permanece es en ti,
irremediablemente, como el ciego lamparazo de la luciérnaga
que entra y no entra, por temor, tal vez, a volverse gusano.
Las cosas se visten a veces de su propia desaparición. Las palomas
de la catedral están en los huesos, pero a mediodía entra en ellas
una desnudez intermitente. El contorno de la belleza
es una espiral que parpadea y abriga, sobre todo
cuando el invierno nos arroja su oscuro salivazo.
Nuestras palabras se parecen al torpe vuelo de la mariposa:
mira esos colores, va como pateada por fantasmas.
Lo mismo pasa adentro de los retratos. Un espejo convexo,
puede ser. E incluso el propio retrato que te hizo tu esposa
a los veinte años, más redondo que el de Parmigianino.
La misma sustancia con que el amor llenó el hueco de la camisa
hoy ha fermentado adentro del retrato. Poco importa lo que
suceda alrededor, las frazadas o las alfombras del Mercado,
el cajón de manzanas vacío, el luminoso punto de fuga.
Sólo vale tu rostro puesto a leudar hacia la cámara: pronto
dejará brotar una gota espesa y negra. El tiempo pasa
por la cuerda floja de un extremo a otro, desde el deseo
a la realidad. ¿Ves el retrato, mis dos hombros de niño?
Aparte de la sonrisa, entre tus hombros hay una llama hueca
que se incomoda. Y uno anda también dando tumbos,
más por dentro que por fuera. Es el vacío que nos invita
a pasar, pero apenas hemos aceptado nos evade. La idea
es que uno derribe una inmensa puerta y al entrar
quede nuevamente a la intemperie. He ahí el trabajo
de la golondrina. Todos somos golondrina. El poema
es golondrina. Pero ¿cuánto cuesta sobornar al sol que le huye?
Y el viento ¿tiene la edad del anciano que toca? Ah,
cuando llegue a viejo me harán un retrato con la luz bajo el brazo.
Y debajo del grueso abrigo de Castilla, los dos hombros de niño
sostenidos apenas por el pájaro que tiene solamente un ala.
.........................................(Es él, es él,
y ¿cuándo se transforma en vuelo la imaginación de la ceniza?
............................................................Pero
...................................................................¿recuerdas?
........................................la mujer
escribía para él un poema
.............................con pañales anudados
...........................................................y el pájaro
.............................cantaba
.................................................como badajo que se quiebra)
Y uno anda también dando tumbos.
Y si hubiera que encontrar una explicación a nuestra falta de carácter
yo comenzaría mostrando un cráneo seco y viejo. La esfera
no hace ruido ni es un canto de sirenas. El corazón late, he ahí
un ruido. Y si hubiera que encontrar una explicación
a mis dos hombros de niño, yo comenzaría diciendo:
en la ecuación del hombre sobra una navaja. La tierra se mueve,
pliega sus rocas, los estratos que el tiempo formó con paciencia
cosiendo una a una las páginas del Libro de los Muertos.
En la tierra no cabría un alfiler si no fuera por esa torcedura,
por la arruga que abre un socavón. ¿Qué pondremos allí?
¿nuestros mejores pensamientos? Tal vez un camino posible
sea poner el abrigo en remojo y trazar en el mapa una red
que una las casas de nuestros amigos, las de nuestros parientes,
las bibliotecas, los parques de los amores furtivos, algunos
lugares históricos, la plaza y la banda del pueblo, y en fin,
salir a dar un paseo en un barco viejo pero de brillantes colores
que cada mañana se da una vuelta perfecta, como los perros.
Pero ¿quién podría asegurar que estaríamos allí,
que llenaríamos ese lugar y que olvidaríamos la forma
de nuestras costillas, la jaula? Si tan sólo nos fuera dado
tocar por un instante los labios de la mujer que nos besa
o abrazar al hijo pequeño que duerme en nuestro pecho,
tendríamos al menos la posibilidad de la renuncia
y el deseo sería una lágrima visible en el reloj. Y bien,
amigo Aristófanes, hubo un tiempo en que los hombres
eran un relámpago redondo. Cada mitad encuentra su ley
en cada lado del retrato. Lo demás es el tiempo que pasa.
Y si yo aspirara a la santidad diría:
..........un hombre comienza y otro recomienza,
..........éste es un ocaso y aquél es una aurora.
Un relámpago redondo. Tal vez. Pero vino el día
en que el relámpago salió por la trizadura
y henos aquí, hollejos que de pie
declaran su amor a una lágrima sorda y desnuda.
Como a la golondrina, un sol jamás visto
nos toma de los brazos y nos arroja hacia el mañana,
pero en lugar del mañana encontramos sólo un rostro
parecido al nuestro, pero horriblemente viejo, casi muerto.
Rodrigo Romero Flores (Osorno, Chile, 1977)

I
Voy a la deriva en un arca
lo más probable
en la cuarta dimensión
llevando con angustia luminosa
la última bacanal antes del diluvio digital
un arca sacrílega amorosa, sin moral
el gran diluvio digital
el gran diluvio a la deriva
la gran deriva digital
lejísimos, navegando hasta morir
a bordo del arca: reino condenado
muchos se preguntan
donde esta el arca que nos lleve
muchos reflexionan
donde diablos esta el 4RC4
que nos saque de la urbe triste y luminosa
un arca que nos lleve a la mar australis
un arca nada de santa
una puta arca que nos lleve al mas allá
oh nena
oh nena acompáñame
oh nena acompáñame en esta arca perdida
oh espíritu
oh demonia
oh antidiluviana ninfa del olvido
oh Perséfone de carnes traspasadas por el tiempo y la locura
oh desdemonas
oh araucanas turgentes
oh helénicas apolíneas
oh hermosas celtas que son la muerte y la caída
oh hermosas transgénicas
oh mutancia en flor
emergencia de la Suprema Natura
sagrado tesoro
mis dueñas mis amas
mis demonias vampiras telúricas
mis dueñas mis amas mis dueñas mis amas
mis dueñas mis amas
todas sin pasaporte ni visa en esta arca
una gran arca de madera digitalizada escaneada
perdida a la cresta del mundo
sobreviviente en su delirio
única y condenada
la arca sin gps
navegando en el margen de la hoja
y a la suerte de la olla
Mario Borel (Santiago, 1986)

Christian Aedo (Santiago, 1976)

Gladys Mendía (Venezuela, 1975)

en el túnel a veces veo la mano ........a veces las piernas
y luego salgo a la nieve negra ........ parpadeo de luces entre
ceguera y videncia parpadea la nieve en las montañas .....me
encandila el relámpago que salta ........ me hiere los ojos como
hundiéndolos en los vapores oscuros ........ la nieve es el mar
se le salen los colmillos goteando ...... quién es uno sino un poco
de nieve el túnel es el parpadeo en sombras ........pero veo todo
derretirse en sombras ........ pero veo todo derretirse corriendo
en el túnel intermitente los ojos parecen girar ........ dar vueltas
de ruleta ........las ventanas del túnel te permiten cosas
asómate a la ventana ........ qué es uno sino un asomarse
el viaje comenzó ........aunque no te muevas el viaje comenzó
desde las ventanas veo las semillas que aún no revientan y ya
piensan en el fin ........ el túnel me enseña la voz ........ aprendo a
usarla ........ cómo será la voz ........es negra .....es india .....es blanca
el túnel es la destrucción lenta ........ el viaje es la mezcla entre
sombras y luces .......entre paredes y ventanas ...... no veré el sol de
la voz pero el viaje ha comenzado
arde el incendio ........ no sale humo ........ caen los árboles en silencio
sin cenizas ........la verdad es que todo arde ........y se ve tan verde
pero arder no es una enfermedad ........el sueño es la enfermedad
el delirio es arder con los ojos cerrados ........ en el fuego está el
ritmo .... pulso de tamborcillo crepuscular ........ todo arde sin saber
las invenciones de la voz son chispas feroces ........derritiéndose se
alza una mano ........ gesto sin forma ni color ........todo arde
fríamente ........en la cuerda floja donde tambalea el orden ........ sólo
la desobediencia puede salvarnos
Jorge Cid (Cañete de la Frontera, 1986)

Malú Urriola, (Santiago de Chile, 1967)

Christian Formoso (Punta Arenas, Chile, 1971)
Detrás de la pared de la iglesia
yo pinté el ese barco que yo pido
para Navidad, yo pido cien barcos
entrando en el Puerto antes
que yo sea grande quiero
y también cien barcos de juguete
y un árbol lleno
de cosquillas, de terror.
Pero mejor los barcos y no
más lágrima para mi hermano, ni palabra
de mi madre, sino barcos
ese barco, uno, por favor
te prometo, portarme
bien yo quiero
que los barcos
me lleven hasta el sol.
Muchos más barcos quiero
cien más barcos, mejor
que sean mil.
Carlos Almonte (Santiago de Chile, 1969)

Kurt Folch (Valparaíso, Chile, 1970)

Eugenia Brito (Santiago de Chile, 1950)
Gustavo Barrera Calderón (Santiago, 1975)

El canal de las estrellas
Al otro lado del mundo o de un espejo
el canal transporta brillos de televisión sobre sus aguas
La experiencia lo demuestra:
el cuerpo desangrado se infla
y se hace más liviano que todo
incluso que el agua
Cuando intento enfocar el cuerpo
descubro que el espacio que éste ocupa
se encuentra completamente vacío
mientras que el espacio inmediatamente contiguo
parece estar abarrotado de miles
de pequeños cuerpos arrastrados por la corriente
Cuando intento atrapar el brillo con los ojos
descubro que este se compone
de millones de pequeñas lentejuelas que siguen brillando
El camarógrafo y su arte
Cuando el camarógrafo intenta enfocar a la víctima
descubre que su rostro
ha sido borrado
mientras que el espacio inmediato parece estar dibujado
con el rostro de nuevas víctimas
Cuando intenta enfocar al victimario
descubre que su rostro
es idéntico al rostro
de millones de victimarios
todos iguales en forma y proporción
a la figura arquetípica del horror
e iguales en forma y proporción
a la distancia entre cada uno de ellos
El periodista y la relación de los hechos
En el noticiero de las nueve
el periodista dice víctima
(y nadie escucha)
en el noticiero de las nueve
en otra época o en otro mundo
el periodista dice victimario
(y nadie escucha)
El silencio que precede a las noticias contrasta el antes y el después
con el silencio posterior a ellas
De este modo la entrega noticiosa constituye un espejo áureo e
invisible en forma de abanico o de plumas de pavo real
Cada uno de los argumentos desplegados puede ser percibido como
un ojo pintado o como una semilla plástica
En el mundo de las cosas sin nombre
asignamos un nombre a cada cosa
(risas)
De este modo nadie puede confundirse
(aplausos)
De este modo asignamos un interés a cada cosa
(risas)
Cada noticia tiene un nombre que la identifica y relaciona con las demás noticias
(aplausos)
en el noticiero de las nueve
(risas)
Rodrigo Morales (Santiago, Chile, 1980)

Soledad Fariña Vicuña (Antofagasta, Chile, 1943)

SE DESFLECA ESTA LENGUA
................................Bailan sus hilachas
Como guías aéreas
Abandonan la escena más allá de los labios
................................(sus guardianes los dientes)
Sinuosa se desliza hasta el pecho auscultando
latidos desde una superficie
................................(insiste un instante e los latidos)
Perpleja vuelve a entrar a escena
enrollando sus guías................................Acogen los labios
en su prisión el hueco de esta lengua
muda quedamos
(el humus cenagoso no se cuaja en palabra)
ABRO EL PARPADO MUDO
cierro y vuelco hacia dentro el sol del ojo
..........mi ánima...........................mi alma busco
entre líquenes negros...............algas............... veo flotar
mi rostro carcomido por lenguas
Ahí va ese ojo como boca sedienta .........................Qué busca
...........Arriba ................................Abajo
PAPELILLOS
..........estopas
................................hilachas ....................aserrín
lamen sin pestañear por la boca
entreabierta y muda de palabras .........Flotan
las manos rígidas de yeso entre las lenguas
...........Con índice y pulgar alzan el organdí
en pequeñas flexiones................................en reverencias blancas
...........Encajes de bolillo .............................borlas ..............forman
los pliegues del párpado
Ricardo Espinaza (Concepción, 1981)

Que no te dicen que está
que de sustantiva retentiva por el tiempo futuro
o la creencia en el susurro desuello
del sueño
o algo como de vivir vidrio en la mirada que valora
que cuando tele viendo visiones de repente se desmaya
que desfile en montaje y homenaje la medida
inexacta matemáticas
de piel
que de arcilla y alambre
que de olmo y enebro
que fomenta de adobe las entrañas robadas
del término que se va
Que no te digan que está
muerta
que colea
que la maquillan y duerme en la yerma
que viruta deja sin hueso la disputa
que acaso regazo
que a tanto rito santo modela dicha
en disfrazo.
Al sol mariposas tan hermosas
bellísimas mariposas
brillantisisísimas posas
hádicas del hado y hades
metiéronlas sádicas
por todos los culos que encontráronme
Ni las porosidades al ventéo respetáronme
Ni el siesteo al sombrío respetáronme
Y sismean en las vísceras
bailan cumbia en la güata
zapatean la cabeza
hasta el vómito de alas
Vómito rancio rancio de las alas agusanadas alas sin fin
Vómito rancio rancio de mí.
Jaime Quezada (Los Ángeles, Chile, 1942)

TABLA DE ASTRONOMÍA
En el verano de 1910 el cometa Halley
apareció en los cielos de Chile
Ese mismo año murió el presidente Pedro Montt
En 1758 hubo una lluvia de aerolitos
Y piedras de fuego quemaron los muchos bosques
del verde territorio
También una sequía en 1834
Y una plaga de ratas y ratones asoló campos y graneros
al igual que en le verano de 1986
Sólo que ahora incluyendo cárceles secretas
cuarteles estadios de fútbol conventos y ciudades
(Y la muerte del presidente)
En el año de 2062 el cometa Halley
aparecerá otra vez en los cielos de Chile
Para entonces yo Jaime Quezada
sobreviviente chozno de tanta historia
Estaré a la sombra de una nube atómica
Rascándome con una teja en medio de la ceniza
O muy sentado en una mecedora silla de neutrones
A sombra de un nuevo manzano en flor
Recordando la infancia de mi padre
Cuando se hacía retratar bajando de un caballo en 1910.
DATOS POCO DIVULGADOS PARA UN AUTORRETRATO
Marcelo Guajardo (Santiago, Chile, 1977)
Las plantas acumuladoras del bienpensante evangelizador
crecen en la tierra roja intoxicada por los relaves.
Como en aquellas ciudades candado que tienen entre otras
costumbres retroceder ante las réplicas, asistiendo
muy a regañadientes a las nuevas formas del pensamiento.
Nuestras capitales se deforman por el ruido de la invisible
guillotina, o lo que queda de ella, blandiendo los cuchillos
para compensar lo que ha dejado la ciega apresurada del pastizal.
Aquella que quema la mitad de las veces al débil víctima por regla
y manifiesto. Inicia el fuego ese ángel descalzo de la empalizada
una mañana de apacible y permanente envidia. Desde el aire
el campo adquiere la forma de un crucifijo que separa los sectores
escogidos para las diferentes especies. Los días de riego el agua
se filtra a las raíces de un modo viscoso. Como buena voluntad.
Y esa viscosidad es tanto o más el final de un proceso
de divagación desde la metrópolis. Cuando a los treinta años
se te hace más difícil decidir que es de ti y qué de los otros.
Tienes esa vaga sensación de que no perteneces a ningún lugar.
Pero sabes que la tierra está intoxicada en la cuadrícula a pocos
kilómetros de una ciudad pletórica de ciudadanos comunes
y corrientes y eso termina por incomodarte.
Rodrigo Verdugo Pizarro (Santiago, Chile,1977).

(Poemas inéditos)
Y así enloquecidos partir a la guerra
Que hay entre derrumbes y desdoblamientos
Son de la familia del hombre
Que alimentaba embriones astrales con tinta
Sus ecos llevan alcohol a la estrella, convierten en piedra pómez los cruceros.
Los están urdiendo desde lejos,
Por eso sienten la angustia que rodea al rayo
Llevan tierra a los espejos
Para ver si ella es la medida de la resurrección,
Están preparando un largo festejo,
Como vidrios que buscan una fibra oblicua
Nada pueden contra ellos, ni los exorcismos marinos que ahora bajan por las ventanas
Ni esa arena invisible donde permanecen las ataduras.
Se van hiriendo y esas cicatrices
Van diferenciando esos enarbolados contactos que hay entre la luz y el aire
Nos hacen lejano el cuerpo,
Cercana la incógnita de la que brotan las aguas
Ponen la nube trepadora al lado del instrumento espumoso
Ahora dicen: “Enjaularemos la sangre, no sin antes preguntarle
Si cielo o mar a la huella”, es que tantos resplandores nos han sido vedados,
Desde que las puertas volaron en busca del día,
Desde que el agua tiene la muerte en alto
Refulge como nunca el hilo que detuvo al diluvio
Y ellos partieron en busca de emblemas para la tierra
La seca estrella puso cuerpos acalambrados en el camino.
Los están urdiendo desde lejos y avanzan y avanzan
Encierran fuego en las estrellas para hacer reñir a las aves
Son reclamados como esas banderas o seres sin cabeza
Que hacen piar la imantación
Aunque todo parezca perfecto fijo e indisoluble
Todas las tardes raspan sangre seca de pájaro
Por el bien de todas las estructuras.
Partieron en busca de emblemas para la tierra,
De ese arraigo titilante que esta en vías de ser un internado
De cisnes mortíferos donde se entra a darse esos roces enrejados
Que hay entre los espermatozoides y el anticristo
Seres turnios hacen maderos a la orilla del camino
Se ajustaron los astros a un hilo de sangre.
¿Qué harán esta noche que los estoy mirando?
Tendrán una muerte con contornos de aire o agrandaran el anillo
O conseguirán un cadalso glúteo, o solo esperaran el día,
Porque siempre en el día tendrán la edad de los árboles,
Y dicen: “A partir de este rayo cada herida tendrá la edad de los árboles”
Por eso nosotros bebemos y nos alumbramos
Pero aguas y luces se abstienen de nuestra postrera desnudez.
Todo esto ya no esta ni siquiera en la larvada oscuridad
De quien ha cerrado todas las puertas,
Y esperado que los vidrios muestren aires sucesores.
Tocamos el dolor de los animales en los abismos nuevos
Después el cielo solo reflejo nuestra afinidad con las piedras.

Gladys González (Santiago, Chile, 1981)

En las que buscaba
Con un cuchillo de cocina
El origen de las voces
Aterrorizada
Con el rostro amoratado
Y revuelto
Hubo noches
En las que hacia barricadas
Para que no me asesinara
Abriéndome lentamente
Hubo noches
En las que me golpearon tanto
Que caí al suelo
Con un diente destrozado
Y la cabeza rota
Como una granada hirviendo
Hubo noches
Sin dinero
Sin cortes profundos
Caminando por la carretera
Con la boca sangrando
Los ojos perdidos
El rostro blanco
Resplandeciente
Entre los reflectores
De los automóviles
La ciudad
Se reconoce a si misma
Después del derrumbe
Marcas de lápiz labial
En viejas cortinas de residencial
Iniciales de nombres
Y corazones trazados
En paredes enmohecidas
De baños de hotel
Cigarrillos a medio fumar
Sobre el lavamanos
La ciudad y nosotros
Nos reconocíamos
Con una tristeza salvaje
Apostábamos y bebíamos
Mirando los fuegos artificiales
Del nuevo año
En un galpón
Que tenia de fondo
Un puerto
Y una hilera
De sacos de harina
Colgados para secarse al sol
El oleaje se mece silenciosamente
El aire está quemado
Todo huele a silencio y miedo
Nos miramos a los ojos
Y no encontramos nada
Que sirva para construir una advertencia
Aún menos
los escombros de esta noche
la cena
está en la cocina hace días
llenándose de ceniza
como una obra de arte macabra
sin fecha de desmantelación
No te quiero muerta
No te quiero
Tirada en la calle
Con la ropa interior
En las rodillas
Las medias rotas
Alrededor de tu cuello
Amarradas
A un alumbrado público
No te quiero muerta
No te quiero
Con la boca llena de agua
Los perros
Rasgándote los ojos
En un canal
Hasta que tu cuerpo desaparezca
Por tiras
Entre los bares
De esta ciudad
No te quiero muerta
No te quiero
Golpeada
Con la mandíbula rota
Desfigurándote el rostro
Oscar Saavedra Villarroel (Santiago de Chile, 1977)

[A veces las historias saltan de un siglo a un milenio que la lluvia resbala]
Los Milenios le entierran la historia en la punta de la lengua
/a la Hombra,
le meten tijeras en su origen, le cortan las llamadas geográficas;
ellos quieren encender la hoguera, quieren un cuerpo que sangre décadas, siglos sobre el ojo imperial de los cielos.
Es la tecnocracia del averno, dice la Mama,
la versátil maniobra wall street, manos guerrilleras.
Y la Hombra abre sus ojos recogidos del río de sus suelos,
y la Hombra se hace el Escrivá con cojones de oro,
escribiendo con su hermético lenguaje citadino,
los desastres que el milenio le realza;
qué figura, qué siglos aquellos, qué instituciones
rasgando el aire que tus pulmones expulsan, Ma,
ni tu cuerpo sangrará, te grita Costa Infante,
ni tus costillas de barro helénico codiciarán el campo estrellado
del poder que babea Pacha Hombre, sentando en su sillón,
dentro de su loft de ruca espacial, con cara Rockefeller
lo mira la Hombra, vestido de Isabel, bailando sombreado
/sobre los milenios
que le dicen: ánima, que le gritan ánima
en el valle sideral de su Varsovia.
Es que Pacha Hombre le tira el cadalso.
Es que Pacha Hombre lo tiene hiroshima a la Hombra
que insiste en verlo a él como un Minotauro político
que acaricia el sol con sus pestañas
y crea a la intemperie liberal que sus lápices demandantes le sacian:
la ansiedad de saberse Zeus del país que fundaron
los cuerpos que Visnú transmuta,
los cuerpos que lava de sus labios lo siguen.
El milenio, un tal Zeus:
el cara pálida del mundi global.
Rafael Rubio. (Los Angeles, Chile, 1975)

Thomas Harris (La Serena, Chile, 1956)

Aquí te tengo una, dijo la Esfinge:
ahora que eres Lobo y vengan por ti los cazadores del Deseo
una inexcusable noche de luna azul,
qué harás?
Me haré uno con los cazadores del Deseo
y los cazadores del Deseo se confundirán
con lobos.
¿Y cuando aparezca la loba de un aire inesperado?
Cometeré incesto.
¿Y cuando la loba termine de parir tu incesto?
Nacerá la nueva casta.
¿Y si la loba pare a tus gemelos muertos?
Los devoraré en el acto. Y seré mi propia casta.
Entonces volverías a la boca del lobo,
sonrió la Esfinge, y escupió su dentadura pétrea.
Ahora que soy de nombre Lobo, relumbro como una dinastía de suicidas. Busco el sol negro de la armonía inversa. Rasgo con mis pezuñas los Cantos de Maldoror y no me llago. Opino ante los Santos Apóstoles y no me pueden refutar. Me las doy de demonio y entro a los túneles más umbríos y gruño y vuelvo a gruñir para que florezcan las abominables adormideras. Y nadie, nadie se atreve a cazarme. Ni siquiera los cazadores del Deseo.
Mi segunda noche de Lobo maté a uno.
Pesa el muerto en las entrañas de Lobo.
Traté de que mis jugos gástricos desaparecieran el cadáver.
Aullé con humor de ángel que cae, de barco ebrio que naufraga
en las radas de un tumefacto bar de puerto.
Pero el muerto continuó como un feto violado
en mis entrañas.
DE UNA CANTANTE DE ROCK
Tengo las fauces aún húmedas de ti.
Como el esófago de una boite sangrienta.
Mi garra no tiembla mientras rasguño estas palabras
en tu vientre, y desgarro estos versos sólo para ti,
mi cadáver bautismal, y de la lengua
me gotea la cerveza de tu sangre.
Con mi garra tatúo mi diálogo contigo destrozada
arando tu cuerpo y grumos y tendones.
Un moretón en tu muslo izquierdo,
el ojo derecho fuera de la órbita como un planeta demente,
gira sin ver, y me hace mirar tu nalga
que asoma desde el cuero negro de tu minifalda
y veo siete forúnculos que cultivaste
para hacer mejor poesía o la lírica de tu rock
imitando al poeta que ilumina la senda de las bestias.
Tu vientre se agita como una charca de fango,
se hincha y gotea mis tatuajes como cuando
cantabas bajo las luces fluorescentes y los fuegos fatuos
y los aplausos de los duendes pajeros que te arrojaban
rosas azabache envenenadas de ácido y heroína.
Con mi garra peluda me despido de tus costillas
quebradas y tu fúnebre pubis,
como si fueran una esperanza de no sé qué.
He aquí mi primer cadáver, mírate con mis pelos
en tus pezones caídos para siempre
antes erectos por el frío, el miedo o el deseo.
Tu boca se detuvo como un reloj, blanca
como la luna que fue tu hostia envenenada,
que es mi droga y mi ano de animal salvaje,
inoculada por el cielo de la noche invisible
que me sirvió tu cuerpo en su bandeja de plata,
esplendente de cielo negro y fetal.
Como el instante asesino en que me regalaste tu vida.
Rodrigo Gómez (Santiago de Chile,1975)

de fingir se intentaba explicar que si bien hacia
arriba fuimos la danza acá donde estamos somos la
típica piedra que se levanta pero no escupe un
solapaje común que a ratos fascina y que raya en
sanarse mágicamente con llanto tal como sanan
súbitamente los golpes y me refiero a golpes de
mano de palo y de fierros a grupos de cuatro o de
cinco pateando la espalda y escupiendo
brígida el otro
gómez dos aguas y el adri se van
pero no dicen…….
dos aguas y gómez están junto al adri y al otro brillando en el cerro Polanco con un cartelito brocado muy blanco y tratan y siguen y encima este clima les cae con monos de lucha el gritito el silbato y son areneros destellan a granos
golpes de gracia midiendo las mechas y lianas de azote ligero
festivo ordinario
y urden así nada más una trampa que son ligazones de música sacra
que pega y la cantan
y dicen que no es una maña de sordo el deseo soplado por eso el
cartel es tan blanco y no dice nada por eso los monos de lucha se
venden al precio costoso de la bravura por eso confunden la pena
sordera con pena plegaria
y el aire que llega es remoto y el aire penetra este clima copioso
tropieza poderes hincando y escupen así las antipatías de un cielo
fatal granicero y celeste
el otro pregunta cuál es el viejo cómo es la cosa
y el místico rojo caracho que aplica su inercia le azota palabras de
alcohólico asesinato le cuenta las horas de vida graciosa y le chanta
unos papes de mano muy perra y vacía
aquí hay una sola y grandota manía corpórea que urge aquí como
en todo hay un coro de voces que lleva por dentro susurros que
lamen heridas del signo y azares que privan y quedan así por el
cuello jadeando su enigma de raza calcada y torcida en tirones
como disputa
dos aguas que siempre lucía tan seco mordía su labio queriendo evitar la
cosquilla que lo mojaba dos aguas pensó de repente que no escribiría que
estaba muy harto de únicamente fijarse en cuestiones que nadie recuerda
dos aguas no estaba feliz estaba más bien resignado cumpliendo la parte
formal de su mandato
el adri y el otro son chicos modernos que gustan así de la
fauna marina se dicen de todo y lo bailan se ríen del
truco y del fétido coro montaje que zumba
dos aguas en cambio dos aguas divide sus chorros de flujo
con pánico vivo y grotesco
no pide no come no duerme y se rapa la zona preciosa con
un astillado gollete
dos aguas no bebe el sólo se deja tocar por las gotas del
mismo rocío cuando amanece
me encanté porque maté
y las que murieron fueron viejas carceleras abrazando
a sus retoños
me encanté porque fue como lucir tan colorinche una
base mosaica de secretos y matanzas por encargo
es que nunca tuve tanta sangre que no pude
deshacerme de las caras y los ojos y pupilas
reventadas del recuerdo la sonrisa y el dinero que la
brígida lanzaba por montones con su gesto
cruciforme no muy bien articulado
era brigi señorita en el papel y mortal ejecutante
en oraciones de sentencia
era brigi la funesta cabecilla
fue la dueña de un rigor enloquecido por lo fija en el
deseo de imponer en alegatos su estrategia de
homicida
ella carga zurce heridas de adorancia bruta y se
menea con total afinamiento en oraciones pregoneras
y malignas
Begoña Ugalde (Santiago, 1984)

1.
Te pedí virgencita
que no soltaras mi mano
y me dieras de tu agua bendita
para calmar esta sed.
Si no voy a tomarme un resto,
deshacerme en ruedos,
romperme en ruido.
2.
Tomé el último metro
el último bus
el último camino de tierra
que se dibujaba en peregrinación
la noche de las prohibiciones
tomaste mi mano
fuimos hasta los rosales
me arrodillé ante ti
para saludar el ocaso
cantando sin despegar
del paladar la lengua.
3.
Al amanecer sueño con riscos,
con tus dientes
en mi dientes.
Viene de nuevo el vértigo.
4.
Quise traerte hasta aquí
para mostrarte
cómo puedo adentro de tu pecho
meter mi mano manchada para tocar
los bordes de tu corazón sagrado.
Así regalarte un camino bordado hacia abajo.
5
En la oscuridad de la pieza
con hilos blancos, azules y lentejuelas
hicimos el trazado de lo que no seremos
el uno en el otro.
Yo bordé un corazón rojo sobre tu pecho
y el pedazo de montaña
donde me gustaría deshacerte.
Tú amarraste a mi muñeca
algunas hebras rotas
y un botón dorado para reconocernos
luego del temblor.